Tinieblas

Tinieblas

lunes, 28 de enero de 2013

"Noche tras noche, perdido entre fantasías,
ensimismado en sus deseos
ante la presencia de esa mujer, su amante,
tan efímera, tan irreal, tan perfecta…
Dueña de sus delirios, dueña de esa energía
que tan hermética en su cuerpo imploraba su derroche…
La erótica visita complacía sus instintos,
aquel ente diabólico posado ante sus ojos
lo hacía perderse en ella hasta caer rendido…
Poco a poco el hurto de su esencia
la hacía a ella más hermosa, más deseada…
Lo hacía a él más débil, más fugaz…
La invadía de su necesidad, la enviciaba…
Lo desquiciaba deseándola, lo enloquecía…
La embriagaba cada noche... Lo trastornaba todo el día…
Noche tras noche, poco a poco,
entre sueños perdidos y visiones transparentes
la hicieron llevarlo a su destino
el resultado de un amor irreverente…
A la muerte de su cuerpo, a la perdición de su alma…
Él nació para vivir amándola,
para luchar hasta lograrla…
Ella nació para amarlo hasta morir,
para vivir hasta matarlo…"


viernes, 25 de enero de 2013


Me acerco a ti disfrutando del incendio que provocas en mi piel, sin tocarte, aún.
Siento que tu piel también se enciende, sin tocarme, aún.
Nos acariciamos con gemidos ahogados en la cadencia del deseo de seguir deseando.
Me siento más mujer ahora que nunca porque se me revienta el cuerpo con tanto deseo naciendo dentro.
Y las yemas de tus dedos aletean levemente sobre mis pezones que, con urgencia, buscan tus manos.
Lentamente...como sin tocar...como sin querer...
pero queriendo más de tus yemas, más de tus dedos...
Consiguiendo que el deseo que ha nacido entre mis piernas invada sin piedad todo mi cuerpo,
escapándose por mis labios en forma de gemido doliente.
Verme sufriendo de urgente desesperación hace que tu deseo de hombre se desborde por los poros de tu piel, suspirando por desearme aún más, y sin poder demorarlo, das un mordisco a mis pezones que ya exigían tu boca, convirtiendo toda mi piel en un leño ardiente.
Ya no hay más opciones que la de enredar nuestras pieles, nuestras bocas, nuestra sed.
Ya no hay más vacíos, ni más huecos, ni más fuerzas que las de la ansiedad desbocada gobernando nuestros cuerpos.
Hasta que sacando fuerzas de no sé dónde, me cierras las puertas de tu aliento donde hasta entonces respiro, y hurgando con tus labios mi vientre, ahogas tus gemidos entre mis muslos. Vas buscando humedades que no calman tu sed...
tienes seda en la lengua, y algo de lija,
encendiendo con ambas la lujuria en mi cabeza,
y me hundes...y me alzas...y me sumerges...
y exploto en un orgasmo porque ya no puedo más.
Me respiras hondo, sintiéndome más tuya porque me alejo, pese a estar desparramada en tu boca, pese a que retuerzo mi cuerpo sin separar mis pezones de tus dedos.
Porque me encaramas al fondo de la luz, del deseo, entera, con todo el aire y el alma que habita mi cuerpo.
Calmada ya, te cabalgo, con todo el éxtasis rebosando mis entrañas...
respirando el aire que se escapa por tus oídos...
acariciando tu sangre en cada movimiento...
primero lento, obligando al movimiento de tu cuerpo,
buscando la exigencia en tus miradas,
apretándote desde dentro,
latiendo en ti mientras busco tu latido hambriento.
Y más. Al columpiarme en ti, aumenta tu ansiedad, aumentando los ritmos que soplan sobre los rescoldos de mi último viaje a ese lugar mágico llamado orgasmo.
No estoy segura, pero creo que el fuego que escupe tu cuerpo en cada embiste de mis caderas se ha adentrado en mí,
y está quemando todo lo que encuentra.

Y ebrio de placer aceptas cada calor prensil de mis adentros con la resignación de saber que, no tardando mucho, el fuego reventará el volcán ardiente en que te has convertido.
Bailamos...ya sabemos que sucederá...